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MANUEL BELGRANO

6/18/2021

-Homenaje al Gran Patriota Argentino, modelo deseable para los políticos actuales-

 

Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Estudió en el Colegio San Carlos de Buenos Aires y en la Universidad de Salamanca (España). Al titularse de abogado, en 1794, regresó a Buenos Aires para trabajar como Secretario del Consulado de Comercio. Durante su gestión trató de fomentar la industria impulsando la educación. Cuando los ingleses invadieron Buenos Aires en 1806, Manuel Belgrano participó en la defensa de la ciudad y poco después se incorporó a las conspiraciones patriotas independentistas. Cuando estalló la Revolución de Mayo de 1810, Belgrano participó activamente en el Cabildo Abierto que derrocó al virrey Hidalgo de Cisneros, y fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno. Entre 1810 y 1812, encabezó las tropas patriotas que lucharon contra los realistas en Paraguay y la Banda Oriental. En febrero de 1812, creó la bandera Argentina. A comienzos de 1812 Manuel Belgrano fue nombrado jefe del Ejército del Norte para enfrentar a las fuerzas realistas que aún controlaban el Alto Perú, y derrotó a Pio Tristán en la batallas de Tucumán (24-09-1812) y Salta (20-02-1813). Poco después fue derrotado por Joaquín Pezuela en las batallas de Vilcapuquio (01-10-1813) y Ayohuma (14-11-1813). Entre 1814 y 1815, sirvió a su patria como diplomático, gestionando ayuda en Inglaterra. En 1816, fue uno de los promotores de la Declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán (09-07-1816). En sus últimos años de vida, Manuel Belgrano combatió en guerra civil contra los federales, dirigiendo tropas contra las provincias rebeldes de Santa Fe y Santiago del Estero.

 

De la biografía BELGRANO El Gran Patriota Argentino, del periodista Daniel Balmaceda, un “flash” del libro para dimensionar al prócer;        

 

De Santa Fe pasó a Córdoba. El comerciante inglés Samuel Haigh lo conoció en Fraile Muerto (hoy Bell Ville). Notó que el general estaba excedido de peso y necesitaba asistencia para montar a caballo. Belgrano y el viajero compartieron un almuerzo donde la charla fue en inglés. Haigh se sorprendió por el estado harapiento de los soldados.

 

La tropa se trasladó al margen del río Segundo y acampó en las afueras de la capilla de Nuestra Señora del Pilar. Belgrano optó por habitar un precario rancho, cerca de sus hombres, aún cuando su salud estaba cada vez más resentida. Por las noches pasaba frío en un estado de pervigilio, es decir, sin descansar en forma completa, casi en vela. Cuando dormitaba, su respiración era la de un hombre fatigado, sin aliento. Más bien, jadeaba.

 

El gobernador de Córdoba, Manuel Antonio Castro, lo visitó en el campamento del Pilar y advirtió su mal semblante, además de las pésimas condiciones que ofrecía el rancho para su descanso. Un médico acudió al llamado del gobernador. El 23 de abril revisó al general y le diagnosticó hidropesía.

 

Para la época era una muy mala noticia. Los órganos no eliminan líquidos y terminan hinchándose. Teniendo en cuenta la vida que llevaba Belgrano, acostumbrado a estar en cuarteles y mal alimentado, el riesgo se multiplicaba.

 

Castro le propuso llevarlo a la ciudad de Córdoba para que curara. Pero Belgrano rechazó la invitación: “La conservación del ejército -le dijo- depende de mi presencia. Se que estoy en peligro de muerte, pero en esta capilla donde se entierra a los soldados, también puede enterrarse al general”. La hidropesía fue la enfermedad que terminó llevándolo a la tumba. Era un 20 de junio de 1820.

 

La dirigencia política actual del país, debería hacer una mirada retrospectiva y observar a nuestros héroes y próceres que hicieron a la República, y si aún así, no logran conmoverse, pues que sigan con sus habilidades, lo que supieron construir aquellas mujeres y hombres probos, lo irán destruyendo ellos con su incapacidad, sus ambiciones personales y sus desprecio por la patria y sus habitantes.  

 

AK