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¿QUE MÁS NOS HAN DE DEPARAR LOS POLÍTICOS?

1/8/2021

Hace un año atrás escribía mi opinión acerca de algunas conductas del último presidente de los Estados Unidos, su soberbia, prepotencia y hasta su insolencia hacia otros mandatarios y personalidades vinculadas con la política, los medios o hacia las propias personas que rechazaban sus principios y actitudes, cuales eran claro indicio de una personalidad endeble y peligrosa, lejos, muy lejos, de lo que se supone para un presidente de la primer potencia mundial y consagrado epicentro de la democracia. Al igual que otras, la nota fue inmediatamente censurada.

 

Los acontecimientos del 6 de enero último quedarán grabados como un hito en la historia de los Estados Unidos de América, un hecho sin precedentes, digno de países sometidos a las dictaduras y simulacros de democracia y libertad, un levantamiento de miles de subordinados, partidarios lanzados por un líder popular colmado de ambiciones, falto de ética, respeto al orden constitucional y sentido común. Como resultado la invasión disparatada al Capitolio de Washington, con el resultado de muertes, heridos y destrucción, una imagen triste y aberrante a los ojos del mundo y para aquellos que amamos la paz, el diálogo y la justicia.

 

De Donald Trump, entre otras tantas muestras de su ilimitada soberbia y su manifiesta pobreza moral, no olvidaremos su actitud despectiva hacia Europa, Latinoamérica y el mundo, la ecología, la salud de su propio pueblo burlándose del Covid-19, despreciando la opinión de científicos y profesionales. Aquellos de origen armenio al igual que mujeres y hombres del universo que respetamos el derecho y la justicia,  tampoco sabremos perdonar su veto presidencial anulando la abrumadora votación de ambas Cámaras del Congreso de los Estados Unidos reconociendo el Genocidio de los Armenios de 1915. Tras la urgente visita a la Casa Blanca de su llamado “amigo” Recep Tayyip Erdogan, el reconocido dictador turco, con quien tuvo un encuentro breve y privado, tras el cual despreciando el voto de centenares de diputados y senadores Demócratas y Republicanos no dudó en vetar el proyecto. En la reciente guerra de Karabaj, patética y desproporcionada, generada por Turquía y materializada por su primo hermano y fiel servidor Azerbaijan, a la hora de la solicitud de intervención para frenar muertes y destrucción sin sentido, Trump prometió ayudar a Armenia –“Los armenios son buena gente, honrada y trabajadora, además tienen una linda bandera” dijo. Allí terminó su interés por el tema, cuando con una simple llamada telefónica a su “amigo” pidiendo detener las hostilidades, se hubiera evitado la pérdida innecesaria de miles de vidas en ambos bandos. El cinismo puro en acción.       

 

Estados Unidos se sobrepondrá a esta pesadilla, porque tiene instituciones independientes y un sistema que funciona a pesar de todo. Donald Trump de cualquier modo nos deja una enseñanza que nos puede servir para el análisis y la reflexión. Esta raza de dirigentes abundan en muchos países y en todos los terrenos de la política, sus características son coincidentes: Soberbia, Narcisismo,  Prepotencia, Apego enfermizo al poder, Manipulación de las instituciones, Discurso encendido e incitante, cubierto de falacias que eleva los pensamientos a millones de individuos a soñar con una vida más cómoda y próspera, ironía permanente a la democracia y a la Constitución.

 

¡Cualquier semejanza con la realidad NO es casualidad!

 

A.K.