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DE TIERRA PROMETIDA A PAÍS SIN ESPERANZAS

7/24/2020

¿Qué nos pasó? Muchas décadas atrás Argentina era el país soñado para vivir y progresar, sin discriminaciones ni peligro de guerras, sin limitaciones para capacitarse, desarrollar y crecer, simplemente con el esfuerzo del trabajo y la virtud de la honestidad, como herramientas para lograr el bienestar y la realización personal.

 

Rescato un artículo de Luciano Román, publicado en La Nación bajo el título de “¿Irse del país o quedarse? El desvelo de una clase desilusionada”: Como en los tiempos asfixiantes de la dictadura, como en el desasosiego de la hiperinflación o el descalabro de 2001, se está gestando una nueva diáspora de familias de clase media, empujadas ahora por la crisis y la incertidumbre que se han acentuado con la eterna cuarentena. Son parejas de mediana edad que sienten que la peripecia argentina les ha quitado fuerzas para seguir remando. Se les ha desvanecido la esperanza de un cambio en el país. Han acumulado frustraciones con uno y otro gobierno; han apostado y han perdido; han vuelto a creer y se han vuelto a desilusionar. No quieren más. Están decepcionadas de la Argentina de los últimos veinte años y tiene miedo a la que vendrá. Ya han sufrido la inseguridad, el achicamiento de sus negocios y su horizonte laboral y profesional, la recesión, la estanflación y la erosión de sus ahorros. Cargan con el desencanto de “un país normal” que se quedó en el eslogan de los brotes verdes que no florecieron, de los segundos semestres que nunca llegaron, de promesas que se evaporaron y grietas que no se cerraron. Ahora temen que, lejos de mejorar, las cosas empeoren y los traumas se agudicen. Tiene miedo por el futuro de sus hijos. Cuando proyectan a largo plazo, no vislumbran oportunidades, mucho menos desarrollo. Hasta perciben un panorama oscuro en materia de libertades e institucionalidad. Por eso piensan en desandar el camino de sus abuelos y bisabuelos: imaginan un futuro lejos de la Argentina; de una Argentina que alguna vez convocaba la esperanza y hoy empuja a la frustración.

 

Nadie puede pensar que se trata de quienes gozan de privilegios del Estado, subsidios, acomodos y una amplia paleta de posibilidades que ofrece un sistema “nacional y popular” tienen como proyecto dejar el país. Más bien se trata del segmento de clase media como pequeños y medianos empresarios, profesionales, comerciantes, artistas, científicos y emprendedores. Creativos y generadores de empleo que han sostenido con sus impuestos a un Estado voraz e ineficiente para administrar un país rico en sustancia pero ausente de racionalidad y patriotismo en su conducción.

 

Lamento en el análisis actual ver un cuadro decepcionante. Nos espera un panorama económico extremadamente preocupante. Pero al imaginar, según lo que vemos todos los días, quienes y como remarán este bote, nos domina el pánico, no nos faltan motivos: además de la conocida grieta, hay una nueva y se encuentra instalada en la propia cúpula del poder de turno, la justicia amenazada y manipulada para borrar las mayores acciones de corruptela que se recuerdan, la aseveración de que no nos gustan los planes económicos, cuando deberíamos en la emergencia inédita que se nos viene, convocar a todos los economistas de prestigio del país, para trazar un rumbo económico a largo plazo, que intente por lo menos dejar atrás un lustro de fracasos. Lejos de admirar a dictadores inescrupulosos y juzgados por corruptos, alinearnos como Nación que respeta la justicia y los Derechos Humanos. En fin, recuperar la imagen de aquel país que alguna vez albergó a exiliados de la guerra y la pobreza de Europa, que había brillado como una tierra de oportunidades. En algún momento empezó a expulsar a sus hijos, gracias a la ausencia de patriotismo y a la ceguera de poder de su clase política.

 

AK