Notas

Notas de interes

DAR ENTIDAD A LA FALSEDAD DEL NEGACIONISMO

7/8/2020

Es necesario comenzar diciendo que el reconocimiento del genocidio armenio tiene por dueña a la humanidad en su conjunto. Es la misma humanidad la beneficiaria. El gobierno turco hace de esta idea una sátira, profundizando la mentira y la deformación histórica de los hechos acontecidos en una novela imaginaria, tan vulgar e inaceptable, que hasta tiene el descaro de transformar a las propias víctimas en culpables.

 

Nada más revelador del fundamentalismo exacerbado del Panturquismo creado por Ziya Gözalp y la decisión monstruosa de aniquilar una raza, cuya única culpa había sido la de llevar desarrollo y prosperidad a esas tierras, su decisión fue claramente expuesta, sin ningún tipo de disimulo.  Bajo el Imperio Otomano, el Doctor Nazim Fehti, secretario general del CUP –Comité Unión y Progreso, conocido como Jóvenes Turcos, presenta la declaración aprobada por unanimidad en el Congreso de Salónica desde el 31 de agosto hasta el 14 de septiembre de 1910, con el siguiente contenido:

 

“Propongo al Congreso el exterminio total de los armenios del Imperio Otomano; es necesario aniquilarlos. Para llevar a cabo este propósito hay que actuar, frente a todas las dificultades, absueltos de conciencia, de sentimientos de humanidad, pues la cuestión no es de conciencia ni de sentimientos humanitarios: es sólo de índole política , íntimamente vinculado con el beneficio y futuro de Turquía.

 

                                                   Así terminará inmediatamente la Cuestión Armenia.

 

El gobierno turco se liberará de la intromisión extranjera en sus asuntos internos. El país se desembarazará de la raza armenia y así brindará un amplio campo a los turcos. Las riquezas de los armenios pasarán a ser propiedad del gobierno turco. Anatolia será territorio habitado exclusivamente por turcos. Se aplastará el obstáculo más importante para el logro del ideal panturánico”.

 

El criminal proyecto se ejecutaría tal cual lo establecido, adicionando las más horrendas e inhumanas condiciones a las que puede ser sometido un ser humano. El 24 de abril de 1915 cientos de armenios entre ellos religiosos, intelectuales, profesionales y ciudadanos destacados, fueron arrestados y deportados hacia el interior del Imperio Otomano. Muchos fueron luego asesinados por orden de los líderes del Imperio. Ese día comenzó la puesta en marcha de un plan urdido con muchos años de antelación: el plan sistemático de exterminio del pueblo armenio.

 

Así, entre 1915 y 1923 más de un millón y medio de armenios fueron deportados y masacrados. Hasta ahora todos los dirigentes que gobernaron Turquía desde entonces han rechazado el término genocidio. Todavía hoy Turquía sostiene que se trató de una guerra civil, esgrimiendo como argumento los fuertes lazos que existían entre armenios y rusos.

 

Desconociendo las evidencias históricas, el reconocimiento por parte de países líderes del mundo del genocidio armenio a través de sus propias fuentes de consulta, demostrando una y otra vez su permanente agresividad y odio indisimulado hacia los armenios, hoy su presidente Recep Tayyip Erdogan, caracterizado en su propio país como autoritario y enemigo de las libertades, decide solapadamente crear un “nuevo organismo autónomo y civil” con el único propósito de negar el genocidio armenio, que se caracterizó como “los principales problemas de política exterior de Turquía”. Los asesores presidenciales expresaron que no hay una sola institución que se ocupe directamente del genocidio armenio y desarrolle una estrategia para contrarrestar los “reclamos”.

 

He aquí una iniciativa para dar entidad a la recurrente tergiversación de la historia, cual en su intención de desvincularse del oscuro pasado de sus predecesores, encuentra en el negacionismo el equivocado camino que coloca a la Turquía actual en el plano de los países en que la verdad y la justicia carecen de significación.  

 

AK