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EL CUIDADO EMOCIONAL

5/15/2020

La pandemia y la cuarentena han puesto a prueba la salud mental de la población, presentándose como aditivos extraordinarios a las corrientes de nuestro escenario cotidiano. Los argentinos hemos recibido el golpe de gracia por parte del covid-19 cuando las sobradas dificultades sociales y económicas, resultaron más que lo que necesitan para desbordarnos sin compasión. Es sabido que el flagelo del coronavirus, más allá de la cuestión sanitaria, también dejará profundas huellas en la economía de los países, sin embargo, la crisis no alcanzará a psicólogos y psiquiatras, será necesario ocupados por largo rato.

Los problemas psicológicos derivados del confinamiento podrían perdurar meses o años, según los especialistas, quienes aseguran que el encierro está comenzando a desencadenar problemas más profundos, que incluyen depresión y trastornos compulsivos. El encierro podría provocar otra crisis, una de salud mental. La pandemia del coronavirus no solo ha sufrido la salud física de millones, sino que también tiene estragos en el bienestar emocional y mental de las personas en todo el mundo.
Como referencia de esta realidad podemos citar informes recientes de Italia en los casos que indican la vida de su población, en tiempos especificados, ha sido completamente dada vuelta y era inevitable que afectara su equilibrio psicológico. Le llaman el "mal de la pandemia".

Un 63% de los 60 millones de italianos se reconoce estresado “mucho o bastante”, por una mezcla de depresión, insomnio, ansia, pánico, dolores de cabeza y estómago. El 43% de los consultados por el Instituto Piepoli admite que para ellos la precariedad es la regla. Viven un nivel máximo de estrés. Existe el temor a una creciente fragilidad psicológica en la población sometida a la pandemia, el encierro de la cuarentena y el miedo a un futuro con más coronavirus y pérdidas económicas devastadoras.

Los argentinos estamos particularmente entrenados para afrontar tropiezos y complejidades, de manera que ante el presente escenario, una vez más será necesario juntar fuerzas e intentar mantener la serenidad, buscando remedio a la situación. Para ello, debemos entender que en las crisis hay aspectos que exceden a nuestro poder de control o decisión. Lo ideal es aprender a gestionarlo, y la herramienta aquí es elegir la mejor actitud. Las actitudes son tres: positiva, negativa y neutral. En el polo positivo no se presenta mayor problema. El desafío está en la polaridad negativa, donde generalmente uno se deja arrastrar por la preocupación, el miedo, la fantasía obsesiva, incluso por cosas que no hayan ocurrido, y posiblemente no sucedan jamás. Se pierde demasiada energía que podría ser redirigida a otro tipo de pensamiento. Ir al polo medio, la neutralidad, ésta permitirá observar el problema desde distintas perspectivas, tomar distancia, evitar juicios y respuestas automáticas.

Frente a los grandes problemas, uno se da cuenta que todo se traba, se detiene, se complica. Al darle la bienvenida a través de la mente subconsciente el mensaje "Estoy buscando la solución", "Es un asunto que voy a resolver", "Voy a actuar en vez de quedarme estancado", allí mismo comienza un proceso interno generativo de posibles salidas. No podemos cambiar las cosas. Con una actitud negativa y pesimista no haremos más que empeorarlas. Con una postura firme y positiva, tendremos mayores posibilidades de superarlas.

Alaska