LA OBSESIÓN POR EL FRACASO (PARTE II)

11/19/2021

Cuando se reencontraron, Hwang Pyong Won le preguntó a su hermano cómo era la vida al norte del paralelo 38. Él tenía coche, pero su hermano, no. “¿Tienes teléfono?”, preguntó a su hermano. “No”, le contestó. “Mi hija que trabaja en el Ministerio de Asuntos Exteriores, tiene teléfono, pero si no sabes el código, no puedes llamar”. Hwang Pyong Won recordó que todas las personas del norte que habían acudido a la reunión pedían dinero, así que ofreció unos billetes a su hermano. No obstante, éste le dijo: “Si vuelvo con dinero, el gobierno me lo pedirá, así que quédatelo”. Hwang Pyong Won se fijó en que el abrigo de su hermano estaba raído: “Quítate ese abrigo y déjalo, y, cuando vuelvas, ponte éste”, sugirió. “No puedo hacerlo”, respondió su hermano. “Me lo ha prestado el gobierno para venir aquí”. Hwang Pyong Won recordaba que, cuando se separaron, su hermano estaba incómodo y muy nervioso, como si alguien los estuviera escuchando. Era más pobre de lo que había imaginado. Su hermano decía que vivía bien, pero Hwang Pyong Won pensó que tenía un aspecto horrible y estaba muy delgado.

 

El nivel de vida de los habitantes de Corea del Sur es similar al de la población de Portugal y España. En el norte, en la denominada República Popular Democrática de Corea, o Corea del Norte, el nivel de vida es parecido al de un país subsahariano, alrededor de una décima parte del nivel de vida medio en Corea del Sur. La salud de los norcoreanos es aún peor; el norcoreano medio tiene una esperanza de vida diez años menor que la de sus primos al sur del paralelo 38. Hay imágenes de intensidad de luz nocturnas captadas por satélite, que permiten observar que Corea del Norte está prácticamente a oscuras debido a la falta de electricidad, mientras que Corea del Sur luce resplandeciente.

 

Estas diferencias tan marcadas son recientes. De hecho, no existían antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, después de 1945, los distintos gobiernos del norte y del sur adoptaron maneras muy diferentes de organizar sus economías. Corea del Sur estaba dirigida, y sus incipientes instituciones políticas y económicas estaban perfiladas, por el anticomunista Syngman Rhee, que estudió en Harvard y Princeton, y contaba con el apoyo significativo de Estados Unidos. Rhee fue elegido presidente en 1948. Forjada en medio de la guerra de Corea y contra la amenaza del comunismo que se extendía al sur del paralelo 38, Corea del Sur no era una democracia. Tanto Rhee como su sucesor, el general Park Chung Hee, tan famoso como él, pasaron a la historia como presidentes autoritarios. Ambos gobernaron una economía de mercado en la que se reconocía la propiedad privada y, después de 1961, Park, de hecho, apoyó con todas sus fuerzas el rápido crecimiento económico, canalizando los créditos y subsidios a las empresas prósperas.

 

La situación al norte del paralelo 38 era distinta. Kim II Sung, líder de los partisanos comunistas antijaponeses durante la Segunda Guerra Mundial, se autoproclamó dictador en 1947 y, con la ayuda de la Unión Soviética, introdujo una forma estricta de economía planificada central que formaba parte del denominado sistema Juche. Se prohibieron la propiedad privada y los mercados. También se restringieron las libertades, no solamente en el mercado, sino en todas las esferas de la vida, excepto las de aquellos que formaban parte de la pequeña élite gobernante de Kim II Sung y, posteriormente, de su hijo sucesor Kim Jong II- FIN

 

El extracto que antecede no es el de una novela, ni una información con premeditados intereses políticos o económicos, es un ejemplo real con sus resultados, de una ideología sostenida en sistemas fracasados, en los que se va ingresando lentamente, hasta quedar atrapado y sin salida,  detractor de los derechos, libertades y aspiraciones de las personas, basadas en el esfuerzo, el orden y la capacitación para forjar con independencia su futuro.

 

AK

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LA OBSESIÓN POR EL FRACASO (PARTE I)

11/5/2021

Al paso del tiempo ha quedado suficientemente en evidencia cuales son los caminos más acertados para que un país se desarrolle favorablemente, sus habitantes tengan las mejores oportunidades, en un marco de libertad para que, a través de su esfuerzo y capacidad personal, puedan encontrar las vías para su realización y bienestar personal, sin ser preso de dádivas ni contribuciones que lo haga dependiente de gobiernos, que buscan a través de su manipulación, sostenerse en el tiempo, llevando adelante autocracias, en discordancia franca con los verdaderos valores y derechos de todo ser humano.

 

Aquel que no tiene una postura inamovible o intereses que lo comprometan con ideologías totalitarias, puede encontrar respuestas para la reflexión franca en una obra de éxito mundial: “¿POR QUÉ FRACASAN LOS PAÍSES?”, cuyos autores son los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson, quienes sostienen porqué algunos países son más prósperos que otros, ¿se debe a cuestiones culturales?, ¿a los efectos de la climatología?, ¿a su ubicación geográfica? No, en absoluto. Ninguna cuestión relativa a la prosperidad de un país está relacionada con estos factores, sino que proviene de otro mucho más tangible: la política económica que dictaminan sus dirigentes. Me pareció interesante relatar parte de un capítulo que nos señala con toda claridad cómo funcionan los sistemas y sus resultados:

 

LA ECONOMÍA DEL PARALELO 38. En el verano de de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial tocaba a su fin, la colonia japonesa de Corea empezó a hundirse. Al cabo de un mes de la rendición incondicional de Japón el 15 de agosto, Corea fue dividida en dos esferas de influencia siguiendo el paralelo 38. La zona al sur de éste fue administrada por Estados Unidos y la del norte, por Rusia. La frágil paz de la guerra fría terminó en junio de 1950, cuando el ejército de Corea del Norte invadió Corea del Sur. A pesar de que inicialmente los norcoreanos hicieron grandes incursiones y conquistaron la capital, Seúl, en el otoño ya se habían retirado por completo. Fue entonces cuando Hwang Pyong Won y su hermano fueron separados. Hwang Pyong Won consiguió esconderse y evitó ser reclutado por el ejército norcoreano. Se quedó en el sur y trabajó como farmacéutico. Su hermano era médico, trabajaba en Seúl ocupándose de los soldados heridos del ejército de Corea del Sur, y fue llevado al norte durante la retirada del ejército de Corea del Norte. Fueron separados en 1950, y se volvieron a ver en 2000, en Seúl, por primera vez en cincuenta años, después que los dos gobiernos finalmente aceptaran iniciar un programa limitado para la reunificación familiar.

 

Como el hermano de Hwang Pyong Won era médico, acabó trabajando para la fuerza aérea, un buen trabajo en una dictadura militar. Sin embargo, ni siquiera a los privilegiados en Corea del Norte les va demasiado bien.

 

Continuará 19/11/21